martes, 10 de noviembre de 2015
ADAPTACIÓN
Quien diga que la arquitectura no ha cambiado en los últimos dos siglos, miente. Estos años han sido una época de cambio, una época en la que el dinamismo y la funcionalidad del espacio han ido enterrando progresivamente al clasicismo, a la ornamentación, a la monumentalidad…a la tradición. Una revolución que ha dado paso a una arquitectura práctica, focalizada en gran parte para satisfacer las necesidades de la sociedad actual, todo ello sustentado por los avances técnicos y tecnológicos en el mundo de la arquitectura.
Los arquitectos de hoy en día, mucho más concienciados de su rol en la sociedad, se han convertido en seres responsables, entendiendo por responsabilidad aquella virtud de hacer aprovechable todo espacio que caía en sus manos, por pequeño o inhabitable que pudiese parecer. No son solo responsables sino también valientes, puesto que han sido capaces de romper todos los estereotipos arquitectónicos que llevaban siendo el motivo de inspiración de las pasadas generaciones.
Este cambio de mentalidad ha provocado el adelanto de la ciencia al arte, sin por ello la ciencia dejar de ser arte. Ahora es, tan simple y tan complejo a la vez, un arte útil, un arte funcional, un arte dinámico que refleja la transitoriedad de hoy en día. Arquitectos como Le Corbusier, Mies van der Rohe se ciñeron a esta nueva mentalidad, haciendo de su arquitectura algo funcional, simple y práctico.
Un abandono de la tradición clásica resumible con una de las frases más célebres del arquitecto alemán: “Es imposible ir hacia adelante y mirar hacia atrás; quien vive en el pasado no puede avanzar.”. Otro claro ejemplo de esta nueva generación de arquitectos es Alvar Aalto, personaje de estudio durante este curso, cuya mentalidad es descrita en la siguiente frase: “La arquitectura moderna no significa el uso de nuevos materiales, sino utilizar los materiales existentes de una forma más humana”
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